¿Qué es Alumbrare?
- Carolina
- 3 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 dic 2020
Es el nombre de este blog que hoy es la semilla de mi proyecto de vida, que poco a poco va creciendo. Es el comienzo de un viaje que no sé a dónde va a llevarme, pero l@s invito a que me acompañen, ya veremos que el camino se irá haciendo a cada paso…
La palabra alumbrare define el propósito de todo esto y la escogí por tres motivos que voy a explicar a continuación:

Al- es un prefijo que aparece en palabras del español y procede del artículo árabe al. Su etimología remite a la raíz semítica “El” presente en los nombres relacionados con la divinidad. Tenemos así palabras como Alá y Elohim que nos llevan a conectarnos con misterios divinos, sin entrar en temas de una u otra religión.
Umbra es la palabra latina para “sombra”, lo cual nos remite al interior, a adentrarnos en el útero cósmico de cuyo vacío oscuro surge la vida.
Alumbrar es un verbo que viene del latín illuminare y significa según el diccionario de la Real Academia Española:
dar luz y claridad a algo o a alguien, acompañar con luz a alguien, iluminar o inspirar algo, parir o dar a luz a un hijo, disipar la oscuridad y el error y convertirlos en conocimiento y acierto, etc.
Iluminación es la palabra que se usa en las tradiciones espirituales para indicar que el iniciado ha alcanzado el punto máximo de su desarrollo espiritual. Alumbrar es entonces un paso para avanzar en ese camino que todos estamos destinados a recorrer. Desde mi interpretación, en esa palabra podemos encontrar la suma de la dualidad: al como parte luminosa de la deidad, y umbra, como parte oscura de la deidad, lo de adentro, lo que no podemos comprender con los sentidos superficiales.
Al puede asociarse al principio masculino que es luminoso, yang, solar, y Umbra al principio femenino que es oscuro, yin, lunar. La luna como astro que rige las aguas necesita de la luz del sol para proyectarse hacia la Tierra.
La unificación de ambas polaridades nos permite comprender la necesidad de disolver la dualidad para recorrer el viaje interno que nos lleva de vuelta al origen. Ambas energías viven dentro y fuera de cada ser vivo en este planeta, y los seres humanos necesitamos sanar internamente el femenino y el masculino para unificarlos en lo que los alquimistas llamaron matrimonio sagrado. Este es el camino que cada cultura –con su respectivo culto a la deidad– propone para recorrer a lo largo de la vida.
Durante mi viaje como espíritu encarnado en cuerpo de mujer he recorrido muchos caminos. Nacida y criada en una familia y cultura católicas, aprendí desde pequeña muchos códigos judeocristianos que cuestioné porque no me encajaban con la información que seguramente traigo en registros akáshicos. Poco a poco empecé a descubrir lo unidos que estaban estos temas con otros caminos que recorrí: la medicina china, el yoga, el budismo y, actualmente el llamado que tengo es desde los círculos femeninos de las sacerdotisas custodias de la llama de María Magdalena.
Soy una mujer muy compleja, llena de símbolos y con una capacidad de conectar todo lo que la vida me va mostrando, y aquí estoy humildemente prestando mi servicio para alumbrar a través de la palabra a quien la necesite…

Agradezco a Shejina, la sagrada presencia del Divino Femenino que siempre me acompaña y me ilumina. Es su luz la que porto y comparto, No soy ninguna gurú ni iluminada, ni más faltaba, ¡ya no estaría en este plano! Soy un canal (tod@s lo somos) que transmite información; soy como la luna que refleja los rayos del sol…
Y he aquí el último detalle del significado del nombre de mi semillita: alumbrare es la conjugación del verbo alumbrar en la primera persona del singular del tiempo futuro simple en el modo subjuntivo, actualmente con muy poco uso en el español.
Quise tomar esta conjugación porque el subjuntivo nos acerca a la incertidumbre y a la esperanza de que algo suceda, lo cual, para mí, significa que en el camino espiritual no hay certezas, pero sí la esperanza de llegar a la luz para fundirnos en ella. Es un camino en el que debemos ir con humildad y fe, pues somos pequeños a comparación de la majestuosidad del universo entero y no sabemos muy bien hacia dónde vamos, y para eso es la fe: creer en lo que no podemos ver. ¡Pero cuidado! Que no se trata de creer a ciegas en cualquier cosa, sino de despertar esa capacidad de sentirnos sostenidos por algo más grande en medio del vacío oscuro. Más que creer, es confiar y ver con el ojo interno para comprender que lo que es adentro, es afuera y como es arriba, es abajo.
Invoco entonces a la luz de la Divina Presencia Femenina para transmitirla a través de la palabra y así alumbrar el camino incierto que estamos transitando en esta nueva Era de Acuario, confiando en que es el momento de unificar luz y oscuridad, masculino y femenino, y ser UNO con lo divino.
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