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Flores, geometría y perfección

  • Foto del escritor: Carolina
    Carolina
  • 19 ago 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 28 dic 2020

La naturaleza es la mejor enciclopedia que existe. Si nos sentáramos a contemplarla con atención, comprenderíamos las leyes que rigen el universo.


Existe algo llamado geometría sagrada; se trata de una asociación de las figuras geométricas con los diseños arquitectónicos de lugares considerados sagrados. Se dice que tanto los ocultistas como los hermetistas y masones trabajaron con esta geometría. Pero más allá de eso, se ha visto que todo en la naturaleza está asociado a los patrones que estudia la geometría sagrada.


Vemos así que en las galaxias, en la forma del crecimiento de las plantas, las conchas u otros elementos de la naturaleza, se repiten figuras como la espiral que puede estudiarse con la sucesión de Fibonacci; en cuanto a las flores hay varias figuras geométricas para explorar, por ejemplo las flores de 6 pétalos que tienen un significado muy especial. Veamos:


En la familia de iridáceas y liliáceas existe una gran variedad de flores, entre esas está el lirio. Su nombre viene del latín lilium, que a su vez proviene del griego λείριον (leirion) que designaba sobre todo al lirio blanco, pero también al narciso y a otras similares. Esta flor es conocida también como flor de lis.


Al hablar de lirio blanco también hacemos referencia a la azucena, nombre que proviene del árabe hispánico asussána y del árabe clásico susanah.


Las familias que abarcan estas flores son muy grandes, por lo tanto, están asociadas al lirio, las orquídeas, los tulipanes, los narcisos, entre otros. El patrón común es la manera en que se disponen sus pétalos que suelen ser 6 y forman una figura característica en su centro.


Las flores tienen una parte llamada cáliz, lo que nos hace ver que hay una disposición de receptáculo, característica femenina; además están ligadas a los elementos agua y tierra, pues necesitan de ambas para crecer. Simbólicamente, la floración es el resultado de una alquimia interior, pues la flor es un elemento que nos muestra un proceso de crecimiento en el cual el punto máximo es la apertura de sus pétalos, y como todo, está supeditada al ciclo de vida-muerte-vida, pues su culmen es convertirse en fruto, es decir, hace una transmutación, no muere realmente.


En las diferentes imágenes religiosas de varias tradiciones aparece este símbolo, por ejemplo, en el catolicismo se relaciona a la Virgen María con el lirio, pues representa pureza y virginidad. Pero hay que entender estas palabras fuera del contexto patriarcal que le han impuesto. Su significado profundo es la representación del alma como principio que anima la materia (alma viene del latín anima). El alma es un principio puro y virginal, es decir, impregnado de vacío que permite mantener un estado de apertura y receptividad, un estado de gracia.


Por otro lado, cuando escogieron a san José como futuro esposo de María, su báculo floreció con lirios blancos. Puede verse que en la biblia se habla de diferentes flores: lirio, nardo, rosa, entre otras. Cada flor tiene su propia simbología, su propio código y aroma. Se pueden sacar aceites esenciales de ellas y sus propiedades son muy potentes, pues las plantas no sólo se nutren de la tierra, de Gaia, sino también del cielo y sus astros.


A María Magdalena se le asocia también al lirio y por ende a la flor de lis, emblema usado por linajes de realeza durante siglos.



Por su parte, en el budismo e hinduismo, las flores de loto simbolizan pureza por nacer impolutas de aguas pantanosas, estancadas. A diferencia del lirio, el loto tiene muchos pétalos y es asociado con la flor de la vida de la cual emergen todas las figuras existentes en el mundo.


Pero para que exista una flor de la vida tiene que existir primero una semilla y esa es el lirio. Este tipo de flor tiene 6 pétalos y su estructura central se asemeja a la estrella de David o sello de Salomón, símbolo muy importante en el judaísmo asociado también al alfabeto hebreo.


Para quienes estudian los textos sagrados desde el misticismo, la figura geométrica de seis lados, el hexágono, es una forma perfecta de creación. Voy a intentar asociar varias cosas aquí:

En primer lugar, tomemos la flor de lirio con sus 6 pétalos, en ella se refleja la estrella de 6 puntas que está formada por dos triángulos equiláteros, uno que apunta hacia arriba y otro hacia abajo. La unión de las puntas de los triángulos forma un hexágono. El hexágono es una forma que se presenta en patrones de muchos elementos naturales: panales de abeja, copos de nieve, flores, el caparazón de las tortugas, la piel de algunas serpientes, entre otros.




Como vemos, es un patrón de creación que se repite en diferentes elementos. Y hablando de creación, aquí está la otra relación: 6 son los días en que la unión de un óvulo y un espermatozoide se demoran para convertirse en el cúmulo de células que se va a implantar en el útero para que se desarrolle el feto. Es decir, hay una relación entre la construcción de la flor de la vida y la división celular para la creación de un nuevo ser.


Veamos esto detenidamente a la luz de dos elementos del tantra: Shiva y Shakti. Shiva representa la energía masculina y Shakti la energía femenina. El falo de Shiva (lingam) es representado por el triángulo que apunta hacia arriba y la vagina de Shakti (yoni) es el triángulo invertido. En la unión sagrada de ambas polaridades (hierogamia) se genera una concepción, un yantra. A partir de esa figura de estrella de 6 puntas se expande la creación.


Mirándolo desde la reproducción humana, en la unión de las células reproductivas femenina y masculina, surge un nuevo ser; así, de la fusión de 2 se genera 1 que de nuevo se divide en 2, luego en 3, en 4 y así hasta formar un cúmulo de células llamado mórula. Al sexto día de este proceso, la mórula llega al útero para implantarse y continuar con el desarrollo del nuevo bebé.




Desde la tradición china, el 6 es el máximo de Yin, energía femenina. Es a través de 6 líneas combinadas (hexagramas) que se crea el I Ching, o el libro de las mutaciones. El total de hexagramas explica todo lo que existe. Todo surge de una línea continua que representa la onda, y una línea partida que representa la partícula (el 2), de su combinación surgen los trigramas (3 / triángulo) y luego los hexagramas (6 / hexágono). La combinación de trigramas genera 8 posibilidades, la combinación de hexagramas genera 64 posibilidades. El 8 es el infinito.

Desde el punto de vista de la creación, la tradición judeocristiana habla de 6 días en los que el mundo fue creado, el séptimo fue el descanso. Así, el 6 se muestra como un número de potencial creativo. Si miramos en lo cotidiano, los días de la semana reflejan esto:


Día 1: domingo – día del señor (dominus es señor el latín) proviene de una festividad romana en torno al sol y de ahí pasa a diferentes lenguas como día del sol” ejemplo: sunday en inglés. Debe ser tomado como el primer día y no como el último como solemos pensar.

Día 2: lunes – día de la luna

Día 3: martes – día de marte, equivalente a Ares, dios de la guerra griego

Día 4: miércoles – día de mercurio, equivalente a Hermes, dios mensajero griego

Día 5: jueves – día de júpiter, equivalente a Zeus, padre de los dioses griegos

Día 6: viernes – día de venus, equivalente a Afrodita, diosa griega del amor, la fertilidad, la belleza.

Día 7: sábado – día de Saturno, identificado con Cronos, hijo de la Tierra (Gea) y el Cielo (Uranos). Es el día de descanso, lo que los hebreos llaman Shabat.


Nos importa ahora enfocarnos en el día 6: Venus, como diosa nacida de las aguas, ligada con elementos como la concha y el lirio, es el arquetipo que nos acerca al Divino Femenino, al amor, a la fecundidad. Podemos decir entonces que el número 6 es un número que nos remite al origen, a la creación, al doble misterio (es la suma de 3+3. El tres es el número del misterio, de la trinidad). 6 como principio femenino nos lleva a ese patrón de la semilla de la que surge todo. La Triple Diosa está relacionada con el 666, número que el patriarcado tildó de “demoniaco” y ya sabemos por qué: porque en su construcción de religiones monoteístas eliminaron el elemento femenino, la deidad consorte del dios masculino, porque no aceptaban que el origen viene de la MADRE. Como mencioné en el artículo sobre el mar, dentro de lo femenino está lo masculino, y eso lo podemos ver en la naturaleza y sus manifestaciones.


Creo que por hoy es suficiente de conexiones, así que aquí van las conclusiones:


  • El lirio y sus 6 pétalos nos conectan con los arquetipos femeninos de creación, amor, belleza, fertilidad y armonía.

  • El símbolo de la estrella de 6 puntas nos muestra la unión de dos energías: agua/fuego, femenino/masculino, yin/yang, tierra/cielo. Esto nos remite a la hierogamia, es decir, al matrimonio sagrado entre los opuestos. ἱερός (hierós) de origen divino, sagrado y γαμία (gamía) unión.

  • El patrón hexagonal nos remite a la semilla de la vida y a la flor de la vida y dentro de ésta última encajan todos los sólidos pitagóricos de los cuales se componen las figuras del universo.

Y un último apunte que surge de la suma de todas estas asociaciones: la estrella de David o sello de Salomón es un emblema de Israel. El origen de esta palabra nos remite a “alma”, así que Israel como tierra prometida es en realidad el alma, el principio, el origen. Las peregrinaciones bíblicas en busca de la tierra prometida son la metáfora del viaje interior que debemos recorrer para conectarnos con el alma y un arquetipo de ésta es la flor. Como humanos divinos estamos llamados a florecer para alcanzar nuestra perfección.



Carolina










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