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El mar y nuestro origen

  • Foto del escritor: Carolina
    Carolina
  • 12 ago 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 28 dic 2020

Antes de empezar esta serie de escritos quiero contarles primero que la inspiración de escribir la recibí hace unos meses cuando empecé a realizar unas meditaciones que me acercaron a María Magdalena, aquel personaje bíblico cuya historia ha sido malinterpretada y denigrada por siglos. Meditar en sus arquetipos y símbolos me ha hecho ver la conexión entre todo lo que existe, así que muchos de los textos que voy a compartir aquí van a hacer alusión a ella de una u otra forma, pues su energía es cada vez más fuerte en el planeta y su propósito es sanar el femenino y unificarlo con el masculino. Cada día es más visible la información sobre ella y los arquetipos que abarca; necesitamos despertar el ojo interno para ver más allá del velo de la ignorancia.


Después de decir lo anterior, quiero reflexionar sobre el mar. Vivo en medio de las montañas colombianas y sólo he tenido contacto con el mar en algunos de mis viajes y por poco tiempo, sin embargo, para mí es un mundo fascinante y lleno de misterios.


En general, el agua como elemento es lo que compone nuestro planeta en su mayor parte –aunque se llame Tierra–; de igual forma, el porcentaje de agua en nuestro cuerpo está entre el 70% y el 80%. Además de eso, la evolución habla de seres que surgieron del mar y poco a poco fueron encontrando adaptación aérea o terrestre. Finalmente, hablando de los seres humanos –por no mencionar más–, al encarnar en este mundo lo hacemos en el vientre materno, en el útero en el que se encuentra una bolsa llena de líquido amniótico, es decir que nuestro origen es acuático.


Dicho esto, el mar es un misterio no sólo por lo que hay en sus profundidades y por la evolución que han tenido sus criaturas a lo largo de las Eras geológicas. El mar es un misterio porque es el origen; el agua es la esencia de la vida en este planeta.




Los textos que cuentan la creación del mundo desde diferentes mitologías suelen hablar de que en el principio había agua y que al crearse la luz empezaron a aparecer diferentes seres y especies.

Podemos decir entonces que el mar es como un gran útero del que surge la vida en este planeta. Mar, Madre, María… palabras que llevan la vibración del sonido de la M; quiero detenerme un poco aquí para contarles un poco sobre el lenguaje.


Actualmente no somos muy conscientes de lo que representan los sonidos y las palabras, sin embargo, en la antigüedad los seres humanos eran muy observadores y se sentían unidos a todos los fenómenos naturales. El mar y el agua en general, obviamente eran elementos esenciales para los seres humanos en las diferentes culturas alrededor del mundo.


Cuando los seres humanos vieron la necesidad de expresarse por medio de representaciones gráficas surgieron diferentes formas de hacerlo: pictogramas, en el caso de algunas culturas que representaron a través de dibujos su forma de ver el mundo, ideogramas como los que vemos aún en la caligrafía china o jeroglíficos como los que aún podemos ver en los registros antiguos de Egipto.


La palabra jeroglífico, según el diccionario de la Real Academia Española, viene del latín hieroglyphicus, que a su vez viene del griego ἱερογλυφικός hieroglyphikós: hieros “sagrado” y glyphein “grabar”. Vemos que para las culturas antiguas la palabra es la representación de algo sagrado, y no es para menos, pues según las diferentes mitologías, la creación del mundo se da a través de las palabras, de la vibración del sonido.


Es precisamente desde los jeroglíficos egipcios que surge lo que conocemos como alfabeto, pues los griegos, de los cuales deriva prácticamente la cultura occidental, adaptaron su alfabeto del fenicio que estaba basado, según algunos investigadores, en los jeroglíficos egipcios. También las demás lenguas semíticas tuvieron influencia del fenicio.


Los egipcios representaban el agua con unas olas que equivalían a la letra /n/. Los fenicios al crear su alfabeto tomaron la representación de esas olas y le dieron el valor de /m/, letra llamada mem tanto para ellos como para los hebreos (מ) (para los árabes es mim م). Más tarde, los griegos la adaptaron y la llamaron mi (μ). En el alfabeto latino quedó eme /m/, la cual pasó a las diferentes lenguas romances.


Muchas palabras que contienen esta letra nos recuerdan las olas del mar, nos remiten al agua como elemento primordial. Además, las palabras ola y onda son muy cercanas, una nos remite al movimiento del agua y la otra a la vibración sonora. Hay una clara relación entre el agua y el sonido, ambos tienen la propiedad de curvarse, fluir y viajar; son espirales de creación y vida.


No es en vano que para calmar o acunar a los bebés hacemos los sonidos /m/ o /n/; además la mayoría de bebés, precisamente generen como primer sonido “mmm” o su combinación con diferentes vocales. Por eso la palabra mamá es común en casi todas las lenguas del mundo, pues es un sonido natural que conocemos por haber estado sumergidos en las aguas del útero materno, en la matriz. Veamos:

Español: mamá, madre Portugués: mãe, mamã, mamãe Inglés: mother, mum, mom Francés: mère, maman Ruso: мама Alemán: mutter Griego: μητέρα mitéra Latín: mater Sánscrito védico: अम्बा ámba Hindi: मां maan Chino: 母親 Muqin Árabe: أم ‘um Quechua: mama Hebreo: אִמָא ima Gaélico escocés: màthair Zulú: umama Y variantes con la /n/ Náhuatl: nantzin Maya: na’ Gallego: nai Turco: anne

Sólo por poner algunos ejemplos y comparar un poco entre culturas…

Estas palabras además tienen que ver con el alimento, con amamantar, con amor… En resumen, la madre de la cual nos originamos tiene su esencia en el mar y nos nutre con amor.


Por su parte, el nombre María que es muy común en diferentes países y tiene pocas variantes al ser traducido, es un nombre que evidentemente nos remite al mar, de hecho, a la Virgen María la llamaron Stella Maris, la Estrella del Mar. María es el nombre de quien representa el arquetipo de la madre. Pero no es sólo María la madre de Jesús que conocemos en la cultura judeocristiana, es también María Magdalena como arquetipo de la Diosa Madre, al igual que Deméter para los griegos o Tonantzin en las mitologías mexicanas.


Para no hacer más complejas estas asociaciones voy a terminar dejando mis conclusiones y permito que ustedes saquen las propias…


Primero, el origen, la esencia y la identidad están en el agua. Ese elemento clave para la vida en este planeta nos enseña a fluir, a adaptarnos y a transformarnos.

Segundo, el agua nace del pozo o del manantial, se convierte en arroyo y río y su recorrido final es llegar a fundirse con el mar. Esto nos muestra que el camino que estamos destinados a recorrer como seres de agua que somos, es llegar a ese mar inmenso que es el origen.


Tercero, cada que estamos en contacto con el mar o el agua en general, estamos recordando el útero. El código de los sonidos que conocimos en el vientre materno a través del líquido amniótico sigue impreso en cada uno y vibrar esos sonidos nos conecta con ese mar cósmico del que venimos.


Cuarto, el agua y el sonido están muy ligados; al ser un elemento altamente impresionable y con increíble memoria, el agua guarda códigos y se modifica de acuerdo a las vibraciones de diferentes sonidos, ya sean palabras o música. Esto también ocurre dentro de nuestro cuerpo que está compuesto por agua en gran parte. De ahí la importancia de cuidar las palabras que usamos y que escuchamos.


Finalmente, el agua es amor porque es nuestro origen y no hay nada en este mundo que no esté hecho desde el amor. El mar es el principio y es el fin. El mar unifica todo lo que existe y nos muestra que la separación es una ilusión.

¿No creen que si este elemento es tan femenino nos está diciendo que es hora de darle el lugar que le corresponde a la energía femenina en el planeta? No se trata solamente de la equidad entre mujeres y hombres, sino de darnos cuenta de que lo femenino abarca a lo masculino, que todos venimos de un útero, que estamos aquí porque dos energías se unieron en un cuerpo femenino que sirvió como canal para hacernos llegar a este plano.


Por cierto, estamos empezando la Era de Acuario que, aunque su elemento sea aire, su símbolo representa el agua como sabiduría y amor, de nuevo las olas y lo que significa el agua según hemos visto.


Los arquetipos de María Magdalena están aquí para recordarnos que es momento de sanar las energías femenina y masculina para unificarlas. Llevamos miles de años haciéndonos daño en un sistema patriarcal que por fin está derrumbándose. Anclar la presencia del Divino Femenino a través de hacernos conscientes de elementos tan simples como el agua y todo lo que ella implica, nos ayuda a elevar las vibraciones para despertar cada vez más a la consciencia de que somos UNO, que todo está conectado.


Carolina


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