El fuego: elemento sagrado de los dioses.
- Carolina
- 16 ene
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Nuestra historia como humanidad se desarrolló y fue posible porque adquirimos el fuego. La mitología nos lo ha contado en las diferentes culturas: en Grecia, Prometeo robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. En las historias nórdicas fue Loki el que obtuvo el secreto del fuego. En las historias de las Primeras Naciones tanto norteamericanas como suramericanas son diferentes animales los que roban el fuego para dárselo a los humanos, por ejemplo, en el mito Cherokee, fue la abuela Araña con su telaraña quien tomó el fuego, escondiéndolo en una olla de barro. Con diferentes versiones, en el mito polinesio, Maui aprendió cómo encender fuego para enseñarle a los hombres. En la tradición de India, según el Rigveda, fue el héroe Matariśvan quien recuperó el fuego.
En la tradición china el fuego es considerado como la culminación del Yang, el elemento del corazón que es considerado como el Emperador y como el asiento y la casa del Espíritu. Según la Medicina Tradicional China, el fuego es la manifestación de la vida, es el movimiento que genera transformación. El fuego es un elemento que conecta lo celeste con lo humano, así el corazón está conectado con la lengua, permitiendo que la sabiduría del Espíritu que habita el corazón se transmita a través de la Palabra.

La tradición cristiana bautiza con fuego y agua, elementos sagrados que hacían parte de los ritos anteriores a la aparición de esta religión. Desde La Cábala, la letra shin ש del alfabeto arameo y hebreo representa el fuego, el espíritu que anima a todas las cosas. Cuando se menciona al Espíritu Santo, se asocia con la Palabra; estamos hablando de esa conexión del fuego como elemento sagrado que proviene de lo divino y le es dado a los hombres.

En diferentes ritos hinduistas y budistas se hacen prácticas con fuego, como el ritual Homa, en el que se cantan mantras (cantos sagrados) al mismo tiempo que se mantiene el fuego con algún combustible como madera o estiércol, y se le va echando mantequilla clarificada (ghee), como un acto de consagración y purificación. Existen muchos propósitos para este ritual, ya que el fuego es un elemento sagrado.
El fuego es el elemento clave de la alquimia por ser capaz de transformar la materia. Nos muestra cómo la transmutación abre paso a la creación y a la renovación.
Independientemente de nuestras creencias, hay momentos en que desde nuestra vulnerable humanidad encendemos velas para orar, para agradecer, para pedir deseos, para honrar a nuestros muertos; sahumamos usando inciensos o hierbas para purificar espacios o para sacralizar rituales o hacer sanaciones. Lo que sí es claro es que consideramos este elemento como una forma de comunicarnos con la divinidad y de sentirnos protegidos.

Pero además de los rituales, dentro de lo mundano podemos decir que con el fuego tenemos calor en los climas helados y luz en la oscuridad. Con el fuego se cocinan las carnes, así la humanidad pudo sobrevivir en las épocas de cacería y nomadismo. En los tiempos del desarrollo de la agricultura, logramos la transformación de los alimentos a través del fuego, por lo cual pudimos domesticar verduras y legumbres que ahora son parte de la culinaria de todas las culturas del mundo. Con el fuego se forjan los metales que han servido para la construcción y defensa de ciudades a lo largo de los siglos.

Pero, como todos los elementos naturales, cuando se sale de su movimiento armonioso, se va en contra de todo y se convierte en una fuente de destrucción. Es esto lo que hemos estado viviendo en el lugar del planeta en el que me encuentro al momento de escribir este texto. Los Ángeles, una ciudad gigante y supremamente poblada al sur de California, ha venido afrontando más de cinco incendios al mismo tiempo. Una catástrofe para el medio ambiente y para los habitantes de las diferentes ciudades alrededor.

Yo misma me he visto afectada por este desastre, pues mi esposo y yo fuimos evacuados porque nuestra casa hace parte de la zona de alto riesgo por el incendio más grande que se ha dado hasta ahora.
El fuego se extiende rápidamente y sin control debido al viento. Ambos elementos de la naturaleza son difíciles de predecir en su movimiento y pueden arrasar con lo que encuentren en cuestión de minutos. Todos los desastres naturales tienen sus propios ritmos y no hay uno mejor o peor que otro, pero los incendios son bastante asustadores por su naturaleza de generar calor y humo y porque siguen extendiéndose si no hay quien los apague. Además, el fuego se asocia con la muerte de una manera muy directa, pues en muchas culturas es tradición quemar a sus muertos ya que el cuerpo viene de la tierra y al convertirse en cenizas es una forma de regresar a la tierra purificado.
Mucha parte de este territorio en el que actualmente habito está convertido en cenizas y no quiero verlo simplemente como una muerte, como un fin, sino como una purificación, como una transmutación de la cual algo más surgirá, porque la vida es un ciclo que no tiene fin y el fuego destruye para que algo nuevo surja, así como el ave fénix brota de sus cenizas.

Pido al fuego, como elemento sagrado de la divinidad, que el suelo que está en cenizas se fertilice para que crezca vida de nuevo, que los animales afectados se curen y retornen cuando todo esté a salvo, y que los humanos aprendamos de esta prueba y seamos más conscientes de nuestras acciones para proteger el equilibrio de la naturaleza, para cultivar la comunicación con lo divino siendo conscientes de que hay fuerzas más grandes que nosotros y que hay momentos en los que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos para que la comunidad pueda superar dificultades para las que nunca estamos preparados.
Carolina
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